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martes, 16 de junio de 2015

Mi reto de un plan C

Una amiga me explicó  que si bien no podíamos controlar lo que los demás hacían, sí podíamos encaminar nuestros sentimientos al respecto; así que tras la idea de ser el plan C de alguien, ésta mañana intenté éste ejercicio que planea -y casi sube- lo que debería ser una caída en picada... salió ésta carta de propuestas decentes que espero un día entienda.

Apreciado Doctor C.....,

Le propongo que empecemos con el verbo “correr”, pero quiero que sepa que me fatigo fácil, por lo que hará falta un poco de paciencia de su parte para superar cualquier tipo de resistencia que mi pequeño cuerpo quiera oponer. Por supuesto  que no me aparto de la posibilidad de que en un ataque de caballerosidad y antes de rendirse usted me cargue, así que podríamos continuar con los verbos “correr” y “cargar” perfectamente relacionados para el plan que le propongo sea el C, o  podríamos intentar con “caminar” en cambio de “correr” y “cabalgar” en cambio de “cargar” en su orden conjugados. En todo caso, sabré agradecer su caballerosidad, ya sabe que es usted quien pone el ritmo.

Antes o después, no importa cuando, le sugiero “cantar”, es un verbo liberador, tararear la realidad o inventar una mentira y ponerle música, cualquiera de las dos podría funcionar para sacar el rockstar que lleva adentro, claro que he advertido en antaño que para eso no requiero de un verbo por C, creo que  con el sustantivo de su nombre que también empieza por la C será suficiente.

Está de más decirle que usted siempre podrá contar, cazar y en mi caso yo podré coquetear, pero usted  no lo vaya a hacer porque puede que le cobre segundo a segundo cada pieza que dejó de bailar.

Además de todo –aunque ya después de finalizado lo que hoy se me antoja inconcluso- conseguiremos callar en paz, calmar las ansias de  conjugar verbos no permitidos por exceso o por defecto, y en todo tiempo con algo de suerte catar vinos y cervezas podría cuadrar.

Quedan en la remojo verbos que con usted no sé cómo usar, conceptos como catapultar, calentar,   colorear o cosechar … como ve, podemos hacer algo y aunque "encontrar" no esté en la lista, confesar sí está. 

jueves, 29 de abril de 2010

LA VIOLENCIA... la consciencia de siempre

Esta entrada es un reproche a la conciencia conservadora que se opone al cambio por el peligro de la imprevisión, al reproche que genera el cambio cuando se tiene consciencia. Es una entrada para Ella, para Violeta y para el Tercer Sindicado. Queda en las manos del lector lo que piense de ella, del oleo sobre lienz0 y del por venir, de los juicios en la Niebla y del cambio.


Alejandro Obregón. "Violencia", óleo sobre' lienzo.
Premio Nacional, XIV Salón de Artistas Colombianos, 1962.

LA VIOLENCIA, como siempre…
Y si bien es cierto que aquel día Ella no se quiso levantar a la hora habitual, también es cierto que el sol aún estaba empijamado para entonces; Sin embargo, al sol, sólo por ser él, con todos los reproches que quien quiera puede hacerle, ninguno puede juzgarlo; a Ella en cambio un tribunal en la niebla lo hará.
Violeta sale en la mañana cómo siempre, acompañada de un reproductor de música que, como siempre, dispersa su atención pasa la calle como siempre con la mayor precaución y con el tiempo apenas medido, no hay tiempo para alguna imprevisión.
En cambio el minutero, que siempre sabe que viene a continuación, toma impulso para salir a correr. 
Violeta timbra en la casa de Laura, para que como siempre vayan a estudiar. El día aquel, a diferencia de otros Laura no estuvo lista y por ello también será llevada al tribunal en la niebla, deberá comparecer a juicio y explicar su lentitud.
Así que estamos en un día en el que a pesar del esfuerzo de Violeta porque fuera uno normal, a pesar de su coloquial andar, no transcurrirá como siempre.
Violeta continúa caminando hasta la esquina en dónde encuentra al tercer sindicado, éste adquiere tal calidad por querer lo que no puede, por tener en las manos su propio cuerpo y exhibirlo con descaro y sin pudor, por ser el desafortunado producto de una sociedad cualquiera, llevada por una vida ajetreada, y al fin complicada; por ello será juzgado en la niebla.
A Violeta en ése ámbito de anormalidad le sucede que el ruido de la vejez le rosa su cuerpecito recién bañado y saturado de juventud, a Violeta le pasa que un ruín le ha acabado. Violeta con llanto en sus ojos le ha visto, ha visto al infeliz Tercer Sindicado y lo ha reconocido, en cambio él, si la volviera a ver, no sería capaz de recordarla con la precisión que lo hace ella, su grado de inconsciencia es alto, su mente saturada de basura y suciedad es tal que si la volviera a ver no notaría el cambio en sus ojos, ni el timbre de su voz, aunque la haya escuchado llorar, aunque la haya escuchado aquella mañana pedir auxilio con asco y desesperación. Con un movimiento inteligente Violeta venció aquella fuerza bruta que la ató por instantes a la humillación.
Después pasó que a Ella en el juicio la exoneraron por haber encontrado que no existió nexo causal entre su anormal actuar y el efecto en Violeta. A Laura el juicio la absolvió pero ella se culpa. El tercer sindicado descaradamente siente que aún no comparecerá ante el tribunal porque él no ha hecho nada que no haga siempre, él no ha roto la normalidad.
Pero la historia continúa antes de entrar en la reflexión. Él se ha quedado atrás y ha perdido, pero aún no lo sabe, si quisiera vengarme esa sería mi arma, no obstante Ella está en paz y no pretende hacerlo así que no lo haré yo. 

 Violeta ahora está mejor, y aunque para ella también es la historia contada así, hoy la dedico a quienes no corrieron junto al minutero y lo vencieron sólo hasta el final, a esas personas pretendo dedicarles esta entrada y decirles, aún cuándo no siempre sirva de mucho, que el Tercer Sindicado siempre pierde en el juicio y Violetas con Ellas salen recubiertas de dignidad; al final obligados o no, todos comparecemos al juicio en la niebla y ahí la condena es alta.